Había aprendido el ritmo y los pasos que habrían de llevarme a esquivar lo que hace daño y si los duros golpes lograban entrar, estos apenas lograban mover mis piernas sin hacerme perder el ritmo, no buscaba realmente entrar de lleno a encarar lo difícil pero nunca habría de rechazar al rival que lanzara su reto hacia mi…el corazón de un peleador no logra comprender o más bien concebir la sola idea de rechazar cualquier desafío.
Aun si mi estilo era difícil de descifrar tal vez hubo quien logro entenderlo e incluso seguirlo como ferviente admirador. La técnica había resultado efectiva pero ninguna es infalible o sí?
Y fue entonces cuando un reto que había sido pactado hacia tiempo por fin se presento, procure entrar con una guardia cerrada a hacerle frente y quienes habían seguido mis pasos tenían dudas al respecto pero como ya os lo había dicho…mi corazón no habría de rechazar ningún desafío pues yo soy de los que creen que aun si se pierde se gana a cambio experiencia, madurez y cautela. Y entonces me aventure a entrar y a mirarle con cuidado caminando para observarle mientras me observaba, al parecer el único en constante evolución no había sido solo yo pues el ritmo por fin se había quebrado y atónito le mire; había advertido ese gesto en mi y ese súbito escalofrío que subió por la espina dorsal y me hizo parpadear con esa incredulidad disfrazada.
Una tregua con el tiempo se había logrado y entonces al darme cuenta estaba contra las cuerdas pero no quería salir realmente de ahí, era el momento de que la sangre corriera de nuevo y sentirme en el espacio exterior en un viaje del cual no pretendía un pronto regreso y le pedí entonces que no me dejara volver, quería volver a ser un mortal…con el mismo temple si, pero ahora no habría de protegerme solo a mi…era tiempo…es tiempo.
Mis brazos se abrieron y espero un golpe definitivo que me envié lejos y haga cambiar el rumbo de mi nave.
