El autoestopista

Posted by Boran Rocker On lunes, 11 de enero de 2016 1 comentarios

No podía arrepentirse del impulso que le coloco en aquella situación, de encaminarse a mitad de la noche hacia sus aposentos los cuales imaginaba a cada minuto abrazándolo y reconfortándolo…protegiéndolo de lo que existe ahí afuera lejos de su zona de confort, lejos de la seguridad de cualquiera con un poco de sentido común. No había un tinte azul marino en el cielo, sin destellos de plata ante la ausencia del conejo que yace en posición fetal en una perfecta circunferencia a millones de kilómetros hacia el exterior. No había calor de noches de verano ni si quiera un alma que se levantase como un fuego fatuo para de pronto ser engullido por la oscuridad…eso sin duda le habría asustado!. Una hora cuarenta minutos atrás se encontraba frente a ella con el sudor en la frente y la garganta en llamas después de ese coro estruendoso en SI sostenido “Cry on black rain..cry on black rain”. Apenas un Jack Daniels le había apaciguado la euforia cuando escuchaba detenidamente una confesión que hacia juego con una mirada culposa pero a la vez total y completamente premeditada, unas cuantas lagrimas, una noche de sexo y quizás todo quedaría en el olvido pero él no era esa clase de hombre…las reglas se habían escrito desde el principio y aun que el plan parecía perfecto para retenerle ahí esa noche el orgullo trazo un surco que le pondría a prueba. Después de 10 kilómetros andando a mitad de la noche el no divisaba rastro alguno de aquel supuesto arrepentimiento y cuando su cuerpo y sus sentidos empezaban a notar los estragos del camino inmediatamente evocaba su corta historia de romance que inicio hacia apenas 8 meses casi de igual forma en la que termino. Los Desperate Rage enloquecían al bar en su mayoría lleno de mujeres que se presentaban para enervarse de ese vibrato hipnótico del muchacho de ojos azules y barba de candado…y de entre toda aquella multitud solo la piel color cobre y los ojos verdes de esa hechicera le habían atrapado para ponerle en un dilema mientras se aferraba al micrófono esperando el momento del descanso para asaltarle antes de que desapareciera y se encomendara entonces al volver a coincidir. A cada paso la resilencia iba desapareciendo apartando ese sentimiento de traición y sustituyéndolo por un instinto extraño de soledad, esa soledad inusitada que se presenta cuando el destino se hace cómplice del infortunio. Una lechuza a lo lejos ulula mientras poco a poco su sonido espectral se deforma cuando se encuentra fusionado al de un hemi 426 que va creciendo mientras las revoluciones aumentan y el escape se transforma en una garganta al rojo vivo que le ha puesto un alto tajante al frio de la noche. Los dedos se aferran al botón del volumen del viejo estéreo de cassete del barracuda 1972 mientras de los altavoces escapan riffs de guitarra y un coro como los que Robert acostumbraba a interpretar cuando hacía el amor con todas las que perplejas le escuchaban. “ Feed my eyes, can you sew them shut? Jesus Christ, deny your maker He who tries, will be wasted Feed my eyes now you've sewn them shut”. La sonrisa macabra se asomaba apenas al ser iluminada por la luz del tablero, los labios crueles entintados de morado brillante se movían mientras cantaban al ritmo de Alice In Chains al momento en que las botas militares descansaban sobre el acelerador a fondo de aquella bestia color rojo desteñido. Había transcurrido casi una hora con cincuenta minutos y su fuego fatuo por fin se acercaba a más de 170 km por hora para después perderse en la oscuridad de la noche...Pero no tenía que ser así, podrían apiadarse del extraño y desconsolado rock star y llevarle a otro sitio lejos del camino oscuro apenas visible de una noche de enero. El pulgar al aire pudo distinguirse desde el interior de aquel clásico americano mientras la sonrisa se hacía más amplia y la velocidad disminuía poco a poco hasta ahogar el sonido gutural y convertirlo en un ruido carente vida sin ritmo…Insulso!. El auto rojo se detuvo en el acotamiento mientras una mano blanca como la nieve se asomaba por la ventanilla invitando a Robert a acercarse con un sugerente movimiento del dedo índice. Una media sonrisa fue lo único que él pudo esbozar en aquel momento mientras se aproximaba por el estrecho espacio que dejaba el auto y la barra de contención para terminar inclinándose al ángulo que ambos buscaban. En el interior se encontraba una mujer esbelta de chamarra de cuero y una blusa de tirantes que dejaba ver sus atributos perfectamente dibujados como si los hubiese esculpido el mismo Rodin de la puerta al infierno. Sus ojos de un tono rojizo miraban al frente mientras su delicado perfil apenas se fracturaba al articular las palabras que romperían entonces el hielo. -Buenas noches señorita discul…- Antes de acabar la oración Robert se vio acallado por un gesto de silencio seguido de una nueva invitación a subir a aquella bestia mecánica de interiores negros y de un aroma que llego a ser tal que pudo incluso percibir su sabor metálico. Durante un instante quizás dudo en poner un pie adentro del auto, sus focos de alerta se prendieron instantáneamente sin embargo otra idea se levanto en su mente para salir al debate pues quizás había tenido suerte en encontrarse con aquella atractiva mujer en medio de la nada, incluso también se imagino con ella en la parte trasera del barracuda sudando el despecho que le dejo Jessica hacia un rato, después de todo pocas mujeres podían resistirse al encanto de su mirada o de su voz. Para cuando Robert termino con su dilema ya se encontraba a bordo del V8 corriendo a toda velocidad por la carretera, la línea continua pasaba tan a prisa que una ilusión se formaba como si esta fuese parte de una película de 8 milímetros, mientras tanto la mujer había accionado de nuevo el botón de volumen para dejar un sonido de fondo e invitarlo a lo que ella ya sabía era un acto de seducción. -Te agradezco mucho esto…otro segundo afuera y seguro perdería la cordura- Le decía mientras la miraba como se aferraba al volante sin decir una palabra y asintiendo tras terminar la oración. -Sin duda la noche no ha ido del todo bien, de hecho hoy me he levantado con una sensación de que definitivamente no tendría que estar aquí- Le decía mientras seguía observándola y sonriendo para continuar articulando palabras – No me mal interpretes he sido bendecido por un ángel o demonio con actitud y atributos tremendamente hermosos que se ha apiadado de mi- La mujer sonrió al escuchar las palabras que Robert pronunciaba con tanta vehemencia y por fin se animo a contestar. -Todos necesitamos de alguien que nos salve o que nos sirva de una forma o de otra…sin embargo no todos responden al llamado y no todos desean ser salvados- Le decía mientras poco a poco su sonrisa se hacía menos hasta quedar en una mueca que a pesar de ser fría no era carente de encanto. -Te he visto hacia un rato apasionado casi besando al micrófono, sosteniendo el stand como si se tratase de una mujer… te vi cantar para ti y no para el mundo y escuche tu corazón enérgico latir casi al ritmo del bombo de tu baterista bom bom bom…- Robert la miraba extrañado, nunca alguien había atrapado su atención salvo jessica que para esos momentos apenas era un susurro en su mente. El auto seguía su curso y mantenía su velocidad crucero, la vibración podía sentirse en cada centímetro del cuerpo y pareciera que este se diera cuenta de la reacción para hacerlo con más frecuencia. -Disculpa si a veces me pierdo en el performance y no presto atención al mundo, estoy lejos de la perfección pero sabes aun así les gusta- Le decía Robert mientras la veía atento recorriéndola con la mirada de pies a cabeza…de nuevo imaginándola sobre de él en apasionados movimientos que podrían emular al diabólico barracuda. -No importa, el hecho es que aquí estamos…tu suplicando un rescate y yo pasando casualmente por la playa de tu naufragio, es una lástima de verdad- Le decía mientras giraba su rostro para hacer contacto con los ojos de Robert. Ese rojo era más intenso de lo que parecía su perspectiva de perfil y los rasgos finos de su rostro hacían juego sobrenatural con la mirada. -Lastima?- pregunto Robert con el ceño fruncido. El auto se detuvo en la mitad de la noche y en un segundo ambos estaban en el asiento trasero tal cual había sido la predicción del apasionado rock star, sus movimientos en efecto iban perfectamente sincronizados con la vibración del barracuda que al teñir sus asientos traseros de rojo parecía tener vida propia riéndose a carcajadas graves mientras el carmín de la carrocería volvía a ser intenso como en los años en los que vio por primera vez la carretera a mano del demonio.

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