Un reloj que nunca detiene su marcha

Pocas personas caminaban sobre la calle Zaragoza y en su lugar el estruendo de los automóviles se intercambiaba con los pasos apresurados que buscaban algún refugio. La costumbre de los viernes arrastraba a Elisa hacia su escasa vida social que por insistencias de sus compañeras de trabajo se disponía a adoptar no de tan buena gana, y es que hacia muchas lunas atrás había recibido a un extraño inquilino que se postro ante ella después de haber decretado una victoria irrefutable sobre su triste soledad, así que en realidad no tenía necesidad alguna de enterarse entre platicas extra oficiales de oficina quien se follaba al director y quien se quedaba horas extras(por lo general de madrugada) a trabajar haciendo confeti de declaraciones de impuestos un día antes de la auditoria. Sin embargo tenía que fingir interés al menos por qué no tan en el fondo sabía que su extraño inquilino no sería capaz de alejar a las lenguas inquietas de aquellas arpías, en resumen…no le era conveniente tener enemigos. La cita era en el mismo café de siempre, un lugar más o menos concurrido en donde se encuentra en su mayoría a jóvenes parejas en pleno preámbulo de un posible acto carnal, comiéndose a besos en los rincones trémulos por las caricias y las miradas criminales que de vez en cuando se escapan entre el roce de lenguas azucaradas un poco amargas de café y galletas de avena. El club de las cuatro en donde Elisa era digamos una agregada cultural que no terminaba de encajar , se regocijaban en la platica semanal en donde el tema era: “El extraño caso de la mujerzuela que busca al jefe”. -10:40 p.m- Musitaba Elisa cuando consulto el Iphone que Oscar le había regalado hacia una semana, en donde figuraba de imagen de fondo una foto de ambos que había sido tomada 2 años atrás en el lago de camecuaro en Michoacán. Elisa resultaba ser metódica la mayoría de las veces y no era de extrañarse que Oscar compartiese esa afición, a final de cuentas eso mismo pudo haber resultado de imán para que la relación marchase bien hasta ahora, pero un evento como el que ocurría en ese momento podría desatar en Elisa dos cosas, una sospecha ligada a un latente rencor o una preocupación que siempre estuvo ahí aunque en prolongado sopor. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Sus piernas casi al borde del desfonde se incorporaban una vez mas en una carrera por su vida, una muchedumbre enardecida con antorchas en mano y machetes blandiendo el aire se apresuraban sobre el único sobreviviente de una masacre sin medida de la cual había sido testigo el pueblo denominado “El Milagro”. Oscar con apenas un trecho de ventaja logro internarse en la sierra en donde presuroso recorrió casi a ciegas un camino traicionero que bien podría llevarle a la quietud y seguridad de una civilización un poco más “racional”, o bien al mismo infierno. Dos quilómetros atrás los cuerpos de Javier, Sergio y Fernando yacían colgados en la jacaranda afuera de la iglesia del perpetuo socorro, las flores violeta victimas del follaje otoñal se habían tornado en un carmín que las arrastraba poco a poco por el empedrado de la calle esperanza, en donde unos cuantos contemplaban la escena. Tres cuerpos desmembrados se columpian aun por la inercia de hacia un rato. Aquel muchacho ayudante del herrero, si el chico un poco menudo de cabellos negros y ojos del mismo color, el que se limita solo a su oficio el cual ejecuta con pericia y avidez…el mismo que no cuestiona ordenes solo las cumple. -Antonio les vio, él fue el que corrió a decirle al pueblo que se estaban robando a la virgen- Decía Felipe a los pocos que se quedaron frente a la iglesia. –Nomas se nos pelo aquel desgraciado pero la meritita verdad que lo vamos a agarrar- Casi musitando y con las manos temblando de ansias Felipe se volteaba a ver a los muchachos que hacía 5 horas habían llegado al pueblo en busca de don Jacinto para que les iluminase con las enseñanzas del Peyote, casi a la mitad de la noche el diablo había hecho su trabajo.

-Crees que la era en la que el derecho a la libertad imperaba en nuestra sociedad, en nuestro mundo...llegue a su final? Nos damos realmente cuenta cuando todo ese cambio bueno o malo se esta gestando y creciendo como nosotros alguna vez lo hicimos? Existen pocas cosas que me inquietan o me causan temor, filosofar es una de ellas y no precisamente por que me tilden de loco si no por que de vez en cuando en mis divagaciones logro descubrir verdades incomodas- Le decía a Aura mientras contemplaba el cielo estrellado a su lado en aquella playa prácticamente desierta salvo por algunas luces de civilización quizás reconfortantes, a muchos no les agrada la idea de alejarse del todo de aquello que podría considerar como seguro, sin embargo tal concepto se ha perdido y no hablando de años recientes, si no mas bien desde donde la memoria le alcanza al hombre. Y es que la realidad es que nadie podría cuidar de ti mas que tu mismo...al menos tendrás la certeza y seguridad de que tu alter ego no podría jamas traicionarte. Sentí la mirada de Aura sobre mi pero no hice el leve intento por voltear a verle, simplemente seguí navegando por ese mar de estrellas pensando en otra cosa para cambiar de tema. -No lo sé, quizás si este por terminar pero uno mismo es quien impone las reglas al final de todo, tendrás que asumir las consecuencias de todos y cada uno de tus actos mas sin embargo ese precio...sea cual sea creo que lo vale, uno nace entre llanto y un grito de libertad, uno muere en un suspiro de conformidad y si corres con suerte con una sonrisa de satisfacción- Me dijo Aura mientras me miraba fijamente para volver de nuevo al cielo tratando de ubicar el punto al cual dirigía mi inquisitivo mirar. -Simple y llanamente directo al punto, parece que no te gusta andar por las ramas y pareciera como si tuvieses preparada cualquier respuesta para cualquier pregunta, en donde aprendiste esa habilidad?- Le pregunte mientras sonreía con los brazos debajo de mi cabeza y mis ojos mas brillantes que nunca y una ansiedad casi humana, a pesar de no ser una sonrisa que implicara un sentimiento esta logro aflorar natural. -Si realmente me preocupase el tiempo me incomodaría el mencionarlo, pero no siendo así creo que es irrelevante, debiste de saber esa respuesta y acerca de la libertad...creo que ni tu ni yo deberíamos de preocuparnos de eso a pesar de tu idiosincrasia y naturaleza- Repitió Aura en un tono serio pero particularmente seductor. -Creo que ambos aun podemos mantenernos en estos rumbos por que nos resulta entretenido, el mundo y sus cambios o incluso sus personas...sus personas de poder, ohh..que podría hacer yo si solo soy un hombre?, la verdad mucho y dadas las circunstancias mientras sigamos siendo solo la figura legendaria y el mito entonces no habré de preocuparme de la competencia, es conveniente que incluso crean que podría llegar a existir romanticismo y cuerpos brillantes- Le dije mientras creí lograr evadir su astucia intentando desviar completamente el tema de conversación. -Disculpa? como es que hemos dado ese gran paso en la conversación? perdí el rumbo...pero nunca te dejaría hablando como un loco eso si te lo aseguro. Bien pues creo que tienes razón, ahí radica la sobrevivencia de la especie pero entonces...puede usted explicarme señor por que me ha escogido para que sea yo su compañera? es claro que el corazón no juega un papel importante en esta situación, sin embargo es importante saberlo por que al final de todo soy mujer de genero y quizás de especie seamos lo mismo pero mujer al final de cuentas- Ahora Aura sonreía y casi reía al terminar su comentario, mientras giraba mi rostro hacia ella por fin dirigiéndole mi atención y con una sonrisa tome su rostro mientras le besaba los labios y probando el liquido carmín que de ellos brotaba después de un leve mordisco. -Quien no quisiera tener a una princesa como tu? Inteligente, cautivadora, seductora, buena compañera, confidente y claro... aquí habré de contradecirme en algo de lo que mencione hace un rato, podría confiarte mi vida ese es un detalle importante... así debería de ser no lo crees?- Le dije después de besarla y aun tomándola del rostro habiendo consumado el vinculo de sangre que me unía a ella.