Hombre en la Caja

Posted by Boran Rocker On jueves, 27 de julio de 2023 0 comentarios

La fría madrugada abrazaba aquella habitación de cuatro por cuatro, no había siquiera un hilillo de luz que se filtrase por el resquicio de la puerta, ningún sonido salvo el ruido blanco proveniente del televisor, el cual, malgastó sus muchos intentos por arrancarme una simple mueca. En aquel rincón, al pie de la cama, me encontraba como un muerto, arrebatado de esperanza y con nada más que recuerdos que quemaban profundo cuando me atrevía a evocarlos. Me había convertido en un trágico retrato en escala de grises, arrastrando mis temores a la superficie del abismo oscuro al cual hacía tiempo había caído, y aún a pesar de todo aquello, quería ser capaz de poder discernir entre el dolor físico y el de mi espíritu roto, tanto deseaba el poder tener la oportunidad de reivindicarme de las veces que fallé, pero… Ahí estaba aquella voz en mi cabeza, la misma que me dejaba perplejo cuando me asaltaba la duda, la dualidad siniestra que contemplaba el mundo con la frialdad que siempre desprecie. Era solo eso, un eco resonando de vez en cuando en mis pensamientos, sin embargo, podía imaginarlo en esa caja oscura, iluminada con una luz fría y focal, preparando un discurso que no quería escuchar, pero que era el único, pues ahí afuera sólo encontré oídos sordos, estaba solo, angustiado y con miedo. Tal vez fue el hartazgo de ver al mismo hombre aferrándose al suelo, de donde aparentemente nunca pudo levantarse, lo que los motivó a abandonarme, y juro que busque con ahínco una tabla para asirme en mi tormentosa existencia, imploré al cielo por una mano que me salvase de ser engullido por las negras aguas hacia la locura y muerte… Y lo único que encontré fue el susurro de aquella voz familiar diciéndome verdades duras, palabras que sabían en donde causar dolor. Entonces comprendí que era todo lo que podría obtener, no había luces en la oscuridad, ni milagros inesperados que pudiesen salvarme de mi fatídico e inevitable destino. El teléfono nunca sonó, y el alba parecía asomarse por fin, y con ella, se escapaba toda esperanza con la que al final acepte mi rendición. 

  No te des por vencido, ni aún vencido, 
 No te sientas esclavo, ni aún esclavo; 
Trémulo del pavor, piénsate bravo, Y arremete feroz, ya mal herido. 
Ten el tesón del clavo enmohecido 
Que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo; 
No la cobarde intrepidez del pavo, Que amaina su plumaje al primer ruido.
 Procede como dios que nunca llora. O como lucifer, que nunca reza;
 O como el robledal, cuya grandeza, Necesita del agua y no la implora…
 ¡Que muerda y vocifere vengadora, ¡Ya rodando en el polvo, tu cabeza!   ALMA FUERTE

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